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Dios infinitamente bueno, imploro vuestra misericordia para el espíritu que
obsesa a este hermano, hacedle intuir la luz divina a fin de que vea el falso
camino en que está.
Espíritus buenos, ayudadme para comprender que está haciendo el mal, y
con ello todo lo pierde; y que todo lo gana realizando el bien.
Espíritus que os complacéis en atormentar a este hermano, escuchadme
porque os hablo en nombre de Dios. Si queréis reflexionar comprenderéis
que el mal no puede sobrepujar al bien, y que no podéis ser más fuertes
que Dios y los buenos espíritus. Ellos le podrían preservar de toda persecución
por vuestra parte, si no lo han hecho, es porque debía sufrir una prueba,
pero cuando esta prueba concluya os quitarán toda acción sobre su persona;
el mal que le habéis hecho, en vez de hacerle daño servirá para su
adelantamiento, y por lo mismo será más feliz. De este modo vuestra maldad
habrá sido una pérdida para vosotros y se volverá contra vosotros mismos.
Dios, que todo lo puede, y los espíritus superiores, sus delegados, son más poderosos que vuestra fuerza, y podrán poner término a esta obsesión cuando
lo quieran, y vuestra tenacidad se estrellará contra la Suprema Autoridad.
Pero por lo mismo que Dios es bueno, quiere dejaros el mérito de que ceséis
por vuestra propia voluntad. Este es un plazo que os concede y si no os aprovecháis de él, sufriréis sus deplorables consecuencias, grandes castigos y crueles sufrimientos. Os veréis forzados a implorar su piedad y las oraciones
de vuestra víctima, que ya os perdona y ruega por vosotros, lo cual es un gran mérito a los ojos de Dios.
Activad vuestra liberación liberando de vuestra posesión a este hermano.
Reflexionad pues mientras aún hay tiempo. Porque la justicia de Dios caerá
sobre vosotros, como sobre todos los espíritus rebeldes. Pensad que el mal
que hacéis en este momento tendrá su término, mientras que si os obstináis
en vuestra actitud vuestros sufrimientos aumentarán sin cesar. Cuando
estabais en la tierra ¿no os hubiera parecido estúpido el sacrificar un gran
bien por la satisfacción de un pequeño momento? Lo mismo sucede ahora
que sois espíritus. Pensad lo que ganáis con lo que estáis haciendo. El triste
placer de atormentar, lo que no os impide ser más desgraciados aún.
Por otra parte ved lo que perdéis, mirad a los buenos espíritus que os rodean
y ved si su suerte no es acaso preferible a la vuestra. Participaréis de la
felicidad que ellos gozan ¿qué es menester para conseguirlo? Implorad a Dios
y haced el bien en vez del mal. Ya sé que no podréis transformaros de repente,
pero Dios no pide nada imposible, lo que quiere es la buena voluntad. Probad
pues, y os ayudaremos con nuestras oraciones. Haced que pronto podamos
decir por vosotros la oración de los espíritus arrepentidos, hasta que más
adelante podáis contaros entre los buenos y no tengamos que colocaros
entre los espíritus malignos.